En la actualidad, cuando casi todos los debates en torno a la profesión
periodística se centran más en las formas que en el fondo, tal vez sea
conveniente olvidarse por un momento del manejo de las herramientas (blogs,
post, links, etiquetas, webs…) y volver a dirigir el foco hacia el “qué” de la
información –la información publicada- y el “cómo” del trabajo periodístico –el
modo en el que se consigue esa información-.
Todos los hombres del Presidente es
una película que muestra la
responsabilidad del periodista.
Pero, ¿en qué consiste la responsabilidad del periodista? Fundamentalmente,
en facilitar a la sociedad la información que ésta necesita para poder conocer la
realidad que le rodea y tomar así las decisiones más adecuadas. La
responsabilidad del periodista tiene, entonces, mucho que ver con el “qué”
cuentan, pero también con el “cómo” llegan los profesionales a descubrir y probar ese “qué”.
Además, Todos los hombres del Presidente refleja para qué sirven los
periodistas, es decir, en qué medida son útiles o no a la sociedad. Esta
película es el ejemplo más claro del buen periodismo.
Así, al principio de la película, ya desde que se realizan las primeras
pesquisas en torno a lo que después se conocería como “caso Watergate”, los
periodistas ya dan muestra de la convicción de que el fin no justifica
los medios. En esta película todo se hace en base al rigor de la profesión
periodística. Los periodistas:
- Se identifican como tales ante sus interlocutores.
-No desvelan la identidad de la fuente sin su consentimiento.
-Comprueban las informaciones al menos por dos fuentes distintas.
-Retienen información si no está debidamente contrastada aún a riesgo de que
la competencia se la pise.
-Se apoyan en pruebas y datos a la hora de informar.
Es algo que llama la atención en estos tiempos actuales de cámaras y
micrófonos ocultos, utilizados no para el periodismo de investigación, en cuyo
caso si estarían en mi opinión justificados, sino para deformar la realidad y crear noticias
entendidas como espectáculos.
Cuando nos preguntamos en qué casos es lícito pasar por alto las normas
deontológicas en una investigación periodística y dar prioridad al fin que
perseguimos con ella es porque consideramos que el fin es suficientemente
importante para justificar tal excepción. Sin embargo, hoy en día la confianza
de la sociedad en los medios de comunicación es menor, y no porque utilicen una
cámara oculta para sacar a la luz un caso de corrupción. Ahí no se pone en duda
el rigor periodístico. Es porque los periodistas son vistos como meros copistas de las informaciones que provienen
de las agencias y dada la presión de las
redacciones publican muchas veces lo que sea, aunque estas no se ajusten lo que debiesen a la
realidad.
Con esta película he querido
recordar en definitiva cuál debe ser la verdadera faceta del periodista en la
sociedad y el rigor con el que se debe desempeñar esta profesión para dotarla
del prestigio que se merece.
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