sábado, 21 de abril de 2012

Oda al buen periodismo



En la actualidad, cuando casi todos los debates en torno a la profesión periodística se centran más en las formas que en el fondo, tal vez sea conveniente olvidarse por un momento del manejo de las herramientas (blogs, post, links, etiquetas, webs…) y volver a dirigir el foco hacia el “qué” de la información –la información publicada- y el “cómo” del trabajo periodístico –el modo en el que se consigue esa información-.

Todos  los hombres del Presidente  es una  película que muestra la responsabilidad del periodista.
Pero, ¿en qué consiste la responsabilidad del periodista? Fundamentalmente, en facilitar a la sociedad la información que ésta necesita para poder conocer la realidad que le rodea y tomar así las decisiones más adecuadas. La responsabilidad del periodista tiene, entonces, mucho que ver con el “qué” cuentan, pero también con el “cómo” llegan los profesionales a descubrir  y probar ese “qué”. 

Además, Todos los hombres del Presidente refleja para qué sirven los periodistas, es decir, en qué medida son útiles o no a la sociedad. Esta película es el ejemplo más claro del buen periodismo.
 
Así, al principio de la película, ya desde que se realizan las primeras pesquisas en torno a lo que después se conocería como “caso Watergate”, los periodistas  ya dan muestra de  la convicción de que el fin no justifica los medios. En esta película todo se hace en base al rigor de la profesión periodística. Los periodistas:
- Se identifican como tales ante sus interlocutores.
-No desvelan la identidad de la fuente sin su consentimiento.
-Comprueban las informaciones al menos por dos fuentes distintas.
-Retienen información si no está debidamente contrastada aún a riesgo de que la competencia se la pise.
-Se apoyan en pruebas y datos a la hora de informar.

Es algo que llama la atención en estos tiempos actuales de cámaras y micrófonos ocultos, utilizados no para el periodismo de investigación, en cuyo caso si estarían en mi opinión justificados, sino  para deformar la realidad y crear noticias entendidas como espectáculos. 

Cuando nos preguntamos en qué casos es lícito pasar por alto las normas deontológicas en una investigación periodística y dar prioridad al fin que perseguimos con ella es porque consideramos que el fin es suficientemente importante para justificar tal excepción. Sin embargo, hoy en día la confianza de la sociedad en los medios de comunicación es menor, y no porque utilicen una cámara oculta para sacar a la luz un caso de corrupción. Ahí no se pone en duda el rigor periodístico. Es porque los periodistas son vistos como meros  copistas de las informaciones que provienen de las agencias y  dada la presión de las redacciones publican muchas veces lo que sea, aunque  estas no se ajusten lo que debiesen a la realidad.

Con  esta película he querido recordar en definitiva cuál debe ser la verdadera faceta del periodista en la sociedad y el rigor con el que se debe desempeñar esta profesión para dotarla del prestigio que se merece.

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