El Clarin no es uno de los medios de Nueva York que sea reconocido por su línea editorial. Es más que nada un medio amarillista que es manejado por los caprichos de JJ Jameson, un facho que tiende a crear historias más que reportar noticias. Así que tras la aparición de un nuevo superhéroe Spiderman, Jameson encuentra a la nueva víctima de sus ataques. Jameson enfocará todo su miedo en las portadas y hará lo que sea por desacreditar a Spiderman y eso incluye inventar historias ilustradas por su fotógrafo estrella: Peter Parker.Parker verá como semana a semana las fotos con las que gana dinero se transforman en la causa de la destrucción de su identidad como superhéroe. Participar en el amarillismo dejando de lado la ética periodística provocan un daño en su imagen. Más bien actúa como un esclavo de Jameson que incluso a veces duda en pagarle por las fotos que tanto necesita. Es que para el fotógrafo ganar el dinero es más importante que conservar su reputación.
Además , cabe distinguir entre el periodismo de investigación y el periodismo amarillo.
El periodismo de investigación se sumerge en lo más crudo de la realidad para mostrarla en toda su evidencia y para que los grandes trucajes desde los diversos poderes no queden escondidos, pero respeta el dato y el tono. El segundo, por el contrario, convierte lo anterior en una narración agresiva, espectacular y tensionada, donde se juega con las reacciones del lector y se olvida cualquier parámetro ético que controle el texto. La relación entre los "reality shows" televisivos, tan de moda, y este tipo de periodismo es estricta: en ambos casos es lo extravagante y agresivo lo que manda, aunque la verdad salga maltrecha y el consumidor resulte conducido a conclusiones parcialistas o sencillamente equivocadas de la noticia en sí misma considerada.El amarillismo se sustenta en nuestra capacidad de mitologizar.
Con el término amarillo se pretenden reflejar todas aquellas formas de presentar la información que no se ajustan de forma seria, contrastada y veraz a los hechos y a la realidad sin distorsionarla. En la prensa es fácil detectar fisuras en la presentación de la información, es decir, todo lo que no se ciñe a lo estrictamente periodístico, informativo, que abuse de la ingenuidad, la ignorancia o desconocimiento de un tema por parte del lector. O bien, subestime su capacidad o su inteligencia.
Progresivamente, la prensa española, pero también la mundial,
ha permitido que este "nuevo periodismo" invadiera su territorio. Entendiendo
por tal cosa el nacimiento de un nuevo género periodístico donde se mezclan la
información objetiva -inexistente por definición- con la opinión, de tal manera
que el lector se enfrente a un texto novelado, mucho más agradable, pero en el
que se hace imposible distinguir lo sucedido, en cuanto tal, de lo comentado por
el periodista como cosecha propia. Esta lenta pero implacable muerte de la
división clásica entre información y opinión podrá parecer una conquista de la
libertad más exquisita, destrozadas las barreras del dato frío y escueto, pero
la realidad es que estamos sumidos en un marasmo ininteligible a la hora de
descifrar los textos periodísticos.
Hoy la pretensión de mantener claramente una distinción entre
medios serios y medios amarillistas parece bastante problemática. El amarillismo
es parte de una estética cuando menos inquietante, insubordinada a lo serio, en
franca disputa por los nuevos espacios semióticos de la industria cultural.
En la actualidad la prensa ha perdido seriedad y parte de
hondura en beneficio de una superficialidad más inteligible y de una
aproximación a la realidad más elemental. Este fenómeno es fundamental a la hora
de juzgar cierto descrédito en que ha caído nuestra gran prensa, en ocasiones no
solamente amarillista sino casi un cómic de cuanto sucede, tal es el grado de
vulgaridad en la noticia y en el humor que demuestra. Todo lo cual no es
obstáculo para que existan excelentes profesionales, tanto en el ámbito de
información como de opinión, pero el tono genérico ciertamente ha disminuido de
altura intelectual, en consonancia con los tiempos que vivimos.
La prensa ha acabado por ser el instrumento mediático de mayor
incidencia en la formación de las llamadas opiniones medias, más allá de las
reacciones inmediatas ante el fenómeno televisivo que es más llamativo pero
menos incisivo.
Un todo, el universo mediático, que determina, desde los
ámbitos del dinero, la nueva estructura democrática, moviendo el suelo de la
ética, de la moral, de la política y, en fin, de todo lo que socialmente aparece
en el horizonte de la vida cotidiana española.
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